¿Cómo sabes que estás en el centro de yoga adecuado para ti? ¿Has acertado o estás en el lugar que no te corresponde?
El otro día andaba yo pensando en qué es lo que me gusta de un centro de yoga. De cómo me gusta sentirme en una escuela a la que acudo habitual o puntualmente, y por supuesto haciendo autocrítica sobre qué es lo que reciben las personas que acuden a mis clases, tanto en mi sala como en otras.
Y esto fue lo que pensé que son las cosas básicas que me gusta sentir o recibir en una escuela o centro de yoga.
Así un poco en general, sin entrar en demasiado detalle sobre el estilo de yoga o la manera concreta de la profesora d impartir las clases.
Cuando se cumplen estos requisitos, es que estás en el lugar correcto. No tienen ningún orden y por supuesto es algo muy personal.
Sientes que eres bienvenida.
Tanto si eres nueva como si eres una veterana de sus clases, te sientes bien recibida. Es una especie de sensación de llegar a un lugar seguro, en el que sientes que aprecian tu presencia.
Te da gusto llegar a esa clase.
Siempre estás cómoda.
Te sientes cómoda, en todos los sentidos. El espacio. El ambiente. Y con la profesora.
Sabes que puedes ir cuando quieras, que te vas a sentir bien, porque el lugar invita a ello, porque el ambiente es agradable y acogedor y porque la profesora te hace sentir siempre cómoda.
Confías plenamente.
Sabes que van a cuidar de ti.
Tienes la sensación de que estás en buenas manos, que la persona que guía la clase y el centro en general tienen unos conocimientos y son buenos profesionales.
Te conocen, o si eres nueva han mostrado interés en lo que has practicado antes, se han interesado por conocer más de ti.
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Tienes siempre ganas de aprender más.
Te sientes estimulada. Las clases son un reto constante para saber y aprender más.
Tanto sobre el yoga, en su parte física, histórica y filosófica, como de ti misma de tu cuerpo y tu mente.
Transmite conocimiento de una manera sencilla y asequible, sin reservas y con amor. Para que puedas asimilarlo sin ser una absoluta entendido del yoga.
No sientes presión, ni te sientes juzgada.
En las prácticas se te corrige con amabilidad y cariño, los ajustes son desde el respeto siempre, con cariño y tacto, no te hacen sentir incómoda.
Cuando se proponen posturas o prácticas que te suponen un desafío, no te sientes presionada, al contrario, te sientes animada pero siempre desde el respeto a tus límites.
Y nunca, nunca, te sientes juzgada. Hagas lo que hagas o pase lo que pase sientes aceptación.
Te sientes cuidada.
Siempre se interesan por tu estado en general. Cómo te sientes a nivel físico, mental y emocional y se adapta a ti para hacerte sentir mejor.
La profesora conoce tus lesiones y se interesa por ellas, cuida de que te cuides, no te propone nada perjudicial para tu salud. Trata de que mejores, no de que empeores practicando yoga.
Confían en tu capacidad y en tu potencial.
Hacen que confíes en tu capacidad, que sientas que tu camino no ha terminado, que tienes un gran potencial.
Te sientes animada a desarrollar tus capacidades y tu potencial, no sólo en clase y respecto al yoga sino en otras áreas de tu vida.
Estas son las cosas que personalmente me hacen sentir a gusto en un centro o escuela de yoga, por supuesto es una valoración personal, seguramente tú tengas las tuyas propias y me encantaría leerlas.
¿Me contarías que es lo hace que una escuela de yoga sea la adecuada para ti?
Un abrazo,
María.